28 de septiembre de 2012

AUTÓMATAS


Los autómatas eran muy populares en siglos pasados, eran máquinas que imitaban la figura y el movimiento de un ser animado. Para fabricarlos se empleaban mecanismos de relojería, contrapesos o arena fina que caía sobre las palas de una rueda. Se fueron perfeccionando con el progreso en la relojería. La palabra viene del griego "automatos", que significa espontáneo o con movimiento.

En el siglo XVIII fueron muy famosos los autómatas de Vaucanson. Uno de ellos era un flautista, y otro, un pato que movía las alas, nadaba y comía.

También fueron célebres, la mosca y el águila de Regiomontano; los aparatos de Leonardo da Vinci, y las cabezas parlantes del abate Micol.

El rabino francés Ye’hiel, que vivió en París en el siglo XIII, utilizaba como criados unos autómatas que él construía. Tenía también una lámpara que iluminaba sin que se viera arder el fuego y su casa tenía un sistema de vigilancia que le permitía ver y escuchar desde el interior lo que pasaba en su portal. Ofreció desvelarle sus conocimientos al rey San Luis, pero el rey santo pensando que iba contra Dios, se negó a escucharle.

Cuentan que el teólogo y científico alemán San Alberto Magno, construyó un robot mecánico móvil que daba respuestas acertadas a cualquier pregunta, fue conocido como El Androide. Santo Tomás de Aquino, su discípulo, destruyó el robot por considerarlo obra del demonio.

Cuenta otra leyenda que el monje y relojero italiano del siglo XVI, Juanelo Turriano, que estaba al servicio de la corona española, construyó multitud de autómatas, como el Hombre de Palo, que andaba solo, y fue a pedir pan al palacio del arzobispo de Toledo para ofrecérselo al emperador Carlos V.

Una leyenda más, dice que, el filósofo Descartes construyó un autómata femenino que le acompañaba en todos sus viajes. En uno de esos viajes, el capitán de un barco en el que iban de pasajeros, lo tiró por la borda, diciendo que era obra del diablo.

2 comentarios :

profedegriego DICE

Querida Ana, permíteme un apunte clásico más a tu entrada: en la "Ilíada" canto XVIII, 410 ss, nos habla Homero de que Hefesto, el dios herrero, señor de la fragua, era asistido por "dos estatuas de oro que eran semejantes a vivientes jóvenes, pues tenían inteligencia, voz y fuerza, y hallábanse ejercitadas en las obras propias de los inmortales dioses. Ambas sostenían cuidadosamente a su señor, y éste, andando, se sentó en un trono reluciente..."
Mil bicos.

Ana DICE

Profedegriego, gracias por el aporte. Un beso.