16 de mayo de 2012

AIRE ACONDICIONADO


Los antiguos egipcios no tenían medios artificiales para conseguir estar más frescos cuando el calor apretaba y se hacía insoportable. Conseguían su propio hielo aprovechando un fenómeno natural.

Cuando se ponía el sol, las mujeres llenaban de agua unas bandejas de arcilla no muy profundas, sobre una cama de paja. La evaporación de la superficie del agua y de las paredes húmedas de la bandeja, ayudado por la bajada de temperatura nocturna, producía hielo.

En ocasiones sólo se formaba una película muy delgada de hielo, pero en los buenos tiempos de sequedad y enfriamiento de la temperatura se formaba un buen bloque de hielo. Este fenómeno sucedía por la baja humedad del aire que permitía la evaporación que llevaba al enfriamiento del agua.

De esta manera muchas civilizaciones antiguas consiguieron de muchas maneras acondicionar sus casas y palacios.

En 2000 a.C., un mercader muy rico de Babilonia creó su propio “aire acondicionado”; al ponerse el sol, sus criados regaban con agua el suelo y las paredes de las habitaciones, la evaporación combinada con el enfriamiento nocturno, aliviaba el calor.

En la India se utilizó el enfriamiento por evaporación. Cada noche colgaban esteras de hierba húmeda delante de las ranuras de la casa expuestas al viento. Las esteras conservaban la humedad toda la noche. Las regaban a mano o con un recipiente agujereado colocado sobre las ventanas, del cual goteaba agua toda la noche. La hierba húmeda y la brisa cálida producía la evaporación y se refrescaba la casa.

A finales del siglo XIX, los sitios que se lo podían permitir, como los grandes restaurantes y otros lugares públicos, rodeaban las tuberías de renovación de aire con una mezcla de hielo y con la ayuda de ventiladores el aire se enfriaba. El problema era que sólo reducía la temperatura del aire, pero no eliminaba la humedad.

Willis Carrier inventó los primeros aires acondicionados que comercializó en 1914. Para ello, modificó un calentador de vapor que aceptara agua fría y una circulación de aire fresco mediante un ventilador.

Carrier calculo y equilibró la temperatura del aire y el flujo, de manera que el sistema no sólo enfriaba sino que eliminaba la humedad, acelerando el enfriamiento.

En 1925 instaló un aire acondicionado en el teatro Rivoli de Nueva York. Fue tan bien acogida por el público, que en 1930, más de trescientos teatros del país anunciaban con letras más grandes que los títulos de sus obras. En los días más calurosos, la gente iba al teatro o al cine para disfrutar de un buen espectáculo y una excelente temperatura.

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