19 de octubre de 2010

HISTORIAS


Mark Twain contaba siempre que tenía un antepasado mudo. O al menos eso creían. Un día, le llevaron a un barracón de feria en la que una joven le hizo un striptease y, al verla desnuda, dijo:
-¡Esto sí que es bueno! Todos se asombraron al oírle hablar.
- Pero, ¿tú no eras mudo?, le preguntaron.
-¿Yo? No.
-¿Y por qué no hablabas?
–Porque nunca había visto nada que mereciera la pena comentar.

Gioachino Rossini (compositor italiano) tenía un fan que le pedía cada día un autógrafo. “Otro día” le contestaba el compositor. Un día el hombre se plantó:
-Ya no puede ser otro día porque mañana me voy de Paris. Y no tendré más ocasión de verle.
Rossini escribió: Buen viaje. Y espero que sea verdad eso que dice de la ocasión.

Rudyard Kipling el autor de “El libro de la selva” odiaba las distinciones, cuando le nombraron lord, pidió audiencia al ministro y le dijo:
-Señor, tengo influencia suficiente como para conseguir que le nombren obispo y he venido a decirle que lo seréis muy pronto.
-No por Dios, yo no quiero ser obispo.
-Ni yo quiero ser lord y, sin consultarme, me ha mandado el nombramiento. Yo al menos, he venido a anunciar el suyo. Remató el escritor.

Richard Wagner (compositor Alemán) fue muy amigo durante una época de Friedrich Nietzsche (filósofo Alemán) que, en una carta en la que le demostraba su simpatía, escribió lo siguiente: “Está usted en mi corazón, entre mi mujer y mi perro”.

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