11 de mayo de 2010

LA PROPIEDAD DEL TERRITORIO DE LOS HITITAS

En Hatti la propiedad del territorio sólo podía ser colectiva o privada. La colectiva parece que existía con el fin de que las ciudades dispusieran de unas tierras que se entregaban al heredero de una persona asesinada.

La privada era individual y los propietarios la dejaban bajo el amparo de los dioses, por eso antes de utilizarla llamaban al sacerdote, para que degollase un carnero y realizara una ofrenda de diez panes y una libación de cerveza. Con esta ceremonia, el lugar quedaba libre de cualquier maleficio y se reconocía la personalidad de su único propietario.

Si el terreno era vendido, se debía repetir el ritual debido a que todas las bondades divinas no se podían traspasar al ser personales. En esta ocasión se ofrecía un pan cocido en ceniza a las principales divinidades del país; la diosa Sol Arinna y el dios de la Tempestad.

Si un terreno era abandonado, pasaba a ser propiedad de quién se comprometiera a cultivarlo. Si no conseguía ningún fruto, se lo quedaba el hombre capaz de sacarle provecho. Esto se hacía para crear familias de agricultores para tener alimentos para todo el reino, tanto en tiempo de guerra como de paz.

La tierra la trabajaban agricultores libres, a los que ayudaban esclavos que el rey asignaba, estos esclavos provenían de prisioneros capturados en el campo de batalla.

Los terrenos cultivados podían ser parcelas de bosques, pastos, praderas, campos de cultivo, jardines frutales y viñas.

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