24 de mayo de 2010

LA POMPA TRIUNFAL EN EL CIRCO ROMANO

Como introducción a los juegos circenses en Roma se celebraba un acto solemne de carácter religioso; una procesión (pompa) que bajaba del Capitolio, atravesaba el Foro y entraba al circo por la “Porta Pompae”.

Esta procesión iba precedida por el magistrado promotor de los juegos, de pie sobre un carro cuando se trataba de un cónsul o pretor. Detrás de ellos iba la juventud romana, unos a pie otros a caballo (según su clase social), los seguían los aurigas conduciendo las cuadrigas.

Detrás de ellos iban los danzantes, que estaban constituidos por hombres, jóvenes y niños vestidos con túnicas escarlata, bailando al son de la música, interpretada por flautistas y tocadores de liras.

En ocasiones aparecían tropas de hombres disfrazados de sátiros vestidos con pieles de animales y muchachas con vestidos transparentes que llevaban atributos fálicos, y otras bailando y provocando.

Después venían los que llevaban los incensarios para quemar perfumes e incienso y los que llevaban las insignias de oro y plata del Estado romano.

Por último aparecían las imágenes de los dioses llevadas sobre tronos y tabladillos seguidos por sus atributos, que se cargaban en carros muy lujosos. Los simbolos divinos iban acompañados de un séquito de sacerdotes. Cerrando el cortejo, en época imperial se portaban las imágenes de los emperadores divinizados.

Ya dentro del recinto, el público, recibía a la procesión y al magistrado poniéndose de pie, aplaudiendo y gritando.

Antes del inicio de la carrera, los doce carros lujosamente ataviados, los caballos con arneses muy lujosos y los aurigas vestidos con túnicas cortas del color de su facción debían esperar, en “las doce puertas de las carceres” (simbolizan los doce meses del año, o los doce signos zodiacales), el momento de la apertura de las puertas que los separaban de la arena.

Una vez abiertas salían al aire libre, encaminándose entre los gritos del público, hasta la línea donde se colocaban esperando la señal de salida. El magistrado, dejaba caer un lienzo blanco, “la mapa” y entonces empezaba la carrera.

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