1 de mayo de 2010

CORAL


En los pueblos dominados por el Imperio Romano, resultaba corriente ver colgando del cuello de hombres y mujeres un trozo de coral que llevaba grabado el nombre de la diosa de la noche, Hécate, la deidad griega.

Se aseguraba que, a la vez que facilitaba los placeres nocturnos, protegía contra los imprevistos y las derrotas que pudieran proporcionar las tinieblas. Esta cualidad protectora contra las sombras llevaba a las madres griegas a colocar pequeños collares de coral a sus hijos, a fin de que no murieran por accidente o enfermedad durante las horas de sueño.

También lo utilizaron los marinos, confeccionando un amuleto formado por un trozo de coral envuelto en piel de foca que ataban al mástil del navío para protegerse de las derrotas. Según antiguos manuscritos ingleses, un trozo de coral que llevara grabada una serpiente protegía del ataque de los enemigos.

Durante siglos, los hechiceros aconsejaban ingerir polvos de coral para protegerse de los hechizos y sortilegios. Dicen que protege contra la envidia y la calumnia, y es también un inmejorable afrodisíaco. También sirve para prevenir la disentería, fortificar el corazón, evitar la epilepsia, aliviar los dolores de gota y curar afecciones cutáneas.

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