25 de abril de 2009

SOPLADOR DE VIDRIO


La mezcla de arena silícea, sosa y cal, puesta a la acción del fuego, es el milagro que la convierte en vidrio. Este frágil elemento es una mezcla de tierras fundidas con otras sustancias; cromo, cobalto, azufre, nitrato de potasa, arsénico, que le dan color y flexibilidad.

Estos componentes se introducen en el horno, dentro de los crisoles, en los que permanecen, una noche entera, a una temperatura que sobrepasa los mil grados. La materia, una vez fundida, continúa hirviendo en crisoles de afino durante 24 horas más, para eliminar las impurezas y burbujas de aire que desprende. Tras este proceso, mediante la caña se extraen pequeñas porciones, llamadas postas, que se preparan, se hinchan y se trabajan.

La elaboración de una pieza de vidrio se consigue rodeando la posta de masa vítrea con el extremo de una caña, sobre los moldes de rayado. Esta masa se infla soplando y se estira haciendo girar la caña en alto, como si fuera un molinillo.

En ese momento, se coloca la caña sobre el banco y, mientras se continúa soplando, el maestro vidriero va configurando la masa con los hierros, entonces por medio de pinzas, se forman asas, picos, crestas y otros elementos decorativos. En todo momento se reintroduce la pieza en el horno, a fin de calentarla y poder continuar trabajándola sin que se rompa.

Si se trata de piezas con boca, tipo jarrones, se separa de la caña y se sujeta por el otro extremo con el puntel. Para cortar el vidrio, se emplean las tijeras de corte redondo y, para da la forma deseada, las paletas.

Una vez terminada la pieza se lleva al horno de recocido, en el cual, a partir de una temperatura de 400 grados, se va enfriando progresivamente, pudiendo sacarse al exterior después de 48 horas.

1 comentarios :

Jelens DICE

Siempre me ha fascinado este oficio, me parece delicado y muy enriquecedor.
Salen verdaderas obras de arte de las manos del cristalero.