22 de febrero de 2009

AGUAS MAYORES Y MENORES EN LA ANTIGUA ROMA

Una tinaja alojada en el hueco de la escalera de la planta baja, o una fosa, se empleaba para hacer las necesidades de los habitantes de los inmuebles de varios pisos de altura que poblaban las grandes ciudades del Imperio Romano.

En estas tinajas, los más cívicos, vertían el contenido de sus orinales, aunque no todo el mundo lo hacía, el resto lo tiraba a la calle.

Tanto en las habitaciones y salones de las grandes casas, como en los más humildes hogares, se usaban cacharros con formas de bote y de palangana a modo de orinal.
Quienes podían permitírselo compraban sillas de retrete, que bajo el asiento tenían un recipiente que era vaciado por un esclavo tras su uso.

Los más ricos contaban con verdaderas letrinas, eran fosas cubiertas con una placa horadada por agujeros circulares para uso de todos los habitantes de la casa, incluidos los esclavos. En ella se vaciaban los orinales de los señores de la casa.

Las fosas se limpiaban periódicamente. Las letrinas se conectaban con un canal que conducía las porquerías a la red de alcantarillado en las ciudades que disponían de ellas.

De lo contrario, se vertían a la calle por donde el agua que corría sobrante de las fuentes públicas, se encargaba de arrastrar los desechos.

El sitio más común para ubicar las letrinas en los hogares era la cocina, muy cerca del fregadero y del fuego donde se guisaba, de este modo el agua que sobraba de fregar y baldear la cocina la tiraban por la letrina e iba a la calle.

En las casas señoriales, que contaban con baños termales, la letrina se situaba en el circuito cerrado de las bañeras, en una estancia especial donde, bajo una plancha de mármol, con varios sitios para sentarse, corría el desagüe

2 comentarios :

Anónimo DICE

Vaya trabajo el de vaciar los orinales puaj, puaj

Ana DICE

Jelens muy agradable no debía ser desde luego.
Un beso.