10 de diciembre de 2008

MITRAÍSMO


En los años turbulentos del siglo III d. C., con el Imperio Romano sumido en una grave crisis económica y social, las formas de religiosidad cambiaron con la divulgación de diversos cultos que prometían la salvación después de la muerte.

Así Mitra, un dios persa, se convirtió en la divinidad más popular del Imperio tardío, que, tras su mestizaje helenístico pasó a ser el que traería la salvación de los hombres.

Para los iniciados, Mitra era la luz del mundo, la verdad, el mediador entre el cielo y la tierra y el componente de una triada de dioses. Mitra se asociaba a la abstinencia sexual, el control de uno mismo y la hermandad universal (las mujeres estaban excluidas).

Existía una ceremonia de bautismo y un ritual consistente en tomar pan y vino como símbolo del dios. Los domingos eran sagrados y el nacimiento del dios se celebraba el 25 de diciembre. Los mitraístas se organizaban en pequeñas comunidades religiosas compuestas sólo por hombres, que se reunían en cuevas subterráneas.

El culto de Mitra era secreto y sólo los iniciados conocían sus ritos. Cada fiel recorría siete grados de iniciación con los que iba ascendiendo en el camino de la salvación. Los siete grados de esos misterios eran; corax (cuervo), nymphus (novio), miles (soldado), leo (león), perses (persa), heliodromus y pater. A principios del siglo IV, la política del emperador Constantino I, favorable a la religión cristiana, trajo la decadencia del mitraísmo.

Por sus sorprendentes parecidos con el cristianismo, la Iglesia veía el mitraísmo como una amenaza y lo denunció como una imitación satánica de la religión verdadera.

2 comentarios :

Breuil DICE

La Iglesia, como la SGAE, defendiendo lo suyo a costa de sangrar a los demás en todos los sentidos)
Saludos irreverentes

Ana DICE

Breuil como siempre la iglesia defendiendo lo suyo.
Un beso.