19 de noviembre de 2008

CEREMONIA DE ARRANCAR MANDRÁGORA

Los sacerdotes eran los encargados de localizar las plantas en los alrededores de los pueblos o de las tribus. En una noche de plenilunio, los sacerdotes acompañados de una muchacha virgen y un perro negro de excelente olfato, se dirigían desde el templo hasta el lugar donde había sido localizada la planta llevando un puñal sagrado, una pala grande y una cuerda gruesa.

Al llegar junto a la planta, los sacerdotes entonaban letanías rituales, en las que se prometía a la mandrágora que fuera de la tierra sería tratada con todos los honores y que no debía temer ni humillación, ni sufrimiento.

Uno de ellos cogía el puñal sagrado y trazaba unos círculos concéntricos en la tierra, con la planta como centro. Se excavaba hasta que la mayor parte de la raíz quedaba al descubierto.

En ese momento se le pedía a la chica virgen que orinara, y se seguía excavando hasta que la raíz quedaba casi fuera, se cogía la cuerda, se la pasaba alrededor de la raíz y se ataba el extremo opuesto en el cuello del perro.

Los sacerdotes se alejaban, y sólo la virgen quedaba junto a la planta. Después llamaban al perro para que acudiera hacía ellos y arrancará con su impulso la mandrágora.
Si al tercer intento la planta no salía, significaba que estaba cargada de energía negativa y debía ser abandonada para que se secara.
La ceremonia se interrumpía, y era preciso empezar de nuevo a buscar otra mandrágora.

Si el perro moría en el intento, quería decir que la venganza de la planta se había depositado en el alma del animal y que, por lo tanto, su energía era negativa.

3 comentarios :

Merce DICE

Se le quitan a una las ganas de ser virgen!!!!

Ana DICE

Merce, vamos a tener que poner remedio a eso.
Un beso.

Anónimo DICE

Merce, eso tiene remedio pero ¿cómo dejas de ser perro?