4 de junio de 2007

MI PERRO, OTTO



Toda la vida había querido tener un perro, cuando era pequeña, todo lo que podía arrastrar por el suelo, le ataba una cuerda, y ese era mi perro. Mi perro imaginario se llamaba Boby.


Me fui haciendo mayor y eso de tener perro se me paso, incluso cuando a alguien se le moría y estaban fatal me reía, pensando que exageraban. Un día cualquiera llegó a casa una bolita negra y canela, la verdad es que al principio no me hizo mucha gracia y en el momento en que se lo iban a llevar, me miro, y se quedó.

Era un Yorkshire Terrier, y decidimos llamarlo Otto.

Fue un cachorro, malísimo, caprichoso, lo rompía todo, se comía todo lo que encontraba, pero te miraba con esa cara de pena que se le perdonaba al minuto. Cuando estaba triste, lo sabía y no se separaba de mí.

Un día se puso enfermo, tenía el corazón más grande de lo normal, lo medicaron con media pastilla, cada día. Pasaron los años y un día, tuvimos que salir de viaje y lo dejamos en una guardería canina, en vez de media pastilla le dieron una entera durante una semana. Al volver no era mi perro, estaba desconocido. Se había vuelto agresivo, agotado a veces, acelerado otras, se desmayaba, llego a intentar mordernos,

El veterinario le hizo un reconocimiento y nos dijo que le fallaba el corazón, el hígado, se estaba quedando ciego y los desmayos eran ataques epilépticos. Dijo que lo mejor era sacrificarlo, por nosotros y sobre todo por él.

El día que se lo llevaban y sabía que nunca más volvería, fue horrible, y lo peor es que estoy segura de que el lo intuía, sus ojos clavados en los míos suplicaban, que hiciera algo por impedirlo pero era lo mejor para él, aunque yo en ese momento no lo entendí. Lo pase mal en los meses siguientes, lo echaba de menos, todo me recordaba a él... Fueron trece años de su compañía.

No he vuelto, ni volveré a tener perro.

Otto es insustituible.

2 comentarios :

Anónimo DICE

¡Dios, como te entiendo! Yo pasé por lo mismo, Lupo solo tenía cinco años, y una grave enfermedad incurable, yo decidí sostenerle en brazos mientras el veterinario le ponía la inyección fatal...Aún hoy veo su carita mirándome, me queda el consuelo de que hice por el todo lo que pude y más.
Entonces mi hijo pequeño tenía doce años y necesitó ayuda médica para superar la muerte de su "hermanito" así lo llamaba el.

No he vuelto a tener perro, yo también lo juré, en realidad juré que ningún animal volvería a entrar en la familia...

Cinco años atrás, una noche de intensa lluvia, mi marido se encontró una bolita de pelo encrespado acurrucada y mojada, en una esquina de nuestro garaje.
El final te lo imaginas ¿no?

Hace cinco años que Zizzu llegó a nuestras vidas (es una gatita casi-siamesa) y rezo cada noche para que no le ocurra nada...

Si alguna vez un amigo peludo se ve en apuros y se cruza en tu vida...ya verás...volverás a caer.

No se como lo consiguen, pero al igual que los bebés, a mi me roban el alma...

XD, perdoname, casi he escrito un post entero.
Gracias por "escucharme"

Ana DICE

Seguro que vuelvo a caer, porque en el fondo me encantaría.

No te tengo que perdonar por escribirme, me encanta que lo hagas.

Un beso.